‘ELUNEY’ Y ‘SAMAY’: LA HISTORIA PUNTANA DETRÁS DE UN NUEVO CÓNDOR ANDINO
‘Samay’, un nuevo cóndor andino nacido en el Ecoparque porteño, es hijo de ‘Eluney’, hembra rescatada en San Luis en 2009. Un aporte clave para la especie.
La historia de ‘Samay’, un cóndor andino que nació hace algunas semanas en el Ecoparque de Buenos Aires, está profundamente ligada a San Luis. Su madre, ‘Eluney Wenu’, es una hembra que fue rescatada en 2009 en la zona de La Florida cuando apenas tenía plumón, tras haber sido robada del nido sin aprender a volar con sus padres.
La joven cóndor llegó entonces a la Reserva Florofaunística La Florida —hoy Centro de Conservación de Vida Silvestre— con una herida en el tejido blando del ala derecha. Esa lesión provocó que parte de sus plumas primarias y secundarias crecieran desviadas, por lo que fue derivada al Zoológico de Buenos Aires, donde contaba con especialistas en la rehabilitación de la especie.

Su nombre, ‘Eluney Wenu’, significa Regalo del Cielo. Tras casi un año de rehabilitación, convivió en aislamiento con otros ejemplares rescatados para evaluar su comportamiento y evolución. Más tarde fue trasladada a la Jaula Voladora de Pailemán, en Río Negro, junto al cóndor macho Quimey. La presencia de ambos funcionó como un “anclaje” para atraer a los jóvenes liberados y afianzar su permanencia en la zona costera, una estrategia clave del programa de conservación.
Aunque fue liberada, se observó que aún tenía dificultades de vuelo debido al daño permanente en el ala, por lo que regresó al Ecoparque e ingresó formalmente al programa de cría.
Desde entonces puso tres huevos: dos machos —Kausarichiq y Karut— ya liberados en Pailemán, y ahora ‘Samay’, cuyo nombre significa aliento de vida. El nacimiento se produjo casi por completo de manera natural, con asistencia mínima del equipo técnico “tal como harían sus padres en la naturaleza”. Para evitar que se acostumbre al ser humano, la alimentación se realiza con títeres que representan a los cóndores adulto.
El nacimiento de Samay representa un nuevo impulso para la conservación de esta especie emblemática de los Andes, considerada vulnerable a nivel global. Si su desarrollo continúa sin inconvenientes, será integrada a la bandada de juveniles sin experiencia de vuelo para su futura liberación prevista para 2026.
Un ‘aliento de vida’ nacido gracias a una historia que comenzó en San Luis.











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