LA EXPECTATIVA DE LAS VÍCTIMAS DEL PROVOLO EN MENDOZA: "EL DOLOR NO SANA, PERO VERLOS CONDENADOS ME HARÁ CREER EN LA JUSTICIA"
Este lunes se conocerá la sentencia contra los dos curas y el jardinero acusados de abusar de chicos hipoacúsicos.
“Este dolor en el corazón no sana. Pero verlos condenados me hará creer en la Justicia”, describe la denunciante que inició la causa contra los curas y empleados del instituto religioso Antonio Provolo de Mendoza. La joven hipoacúsica, que hoy tiene 28 años y una pequeña hija, es testigo protegida. Fue la primera en romper el silencio que envolvía una trama de abusos sexuales y corrupción de menores alojados en el colegio de Luján de Cuyo, Gran Mendoza.
Este lunes se conocerá la sentencia contra los curas Nicola Corradi (italiano, 83 años); Horacio Corbacho (argentino, 59 años) y el ex jardinero Armando Gómez (argentino, 49 años). El tribunal penal 2 de Mendoza, integrado por los jueces Carlos Diaz, Mauricio Juan y Exequiel Crivelli deberá resolver si coincide con la pena de 50 años en prisión para los sacerdotes y 30 años para el empleado de maestranza pedido por la querella; los 45 años para los sacerdotes y 22 y medio para el jardinero, que solicitó el fiscal en jefe de abusos sexuales Alejandro Iturbe; o la absolución que plantea la defensa.
“Son monstruos vestidos con sotanas”. Así describen tres de las víctimas del Provolo a los dos sacerdotes acusados de abuso sexual. Este domingo, a pocas horas para la sentencia, se reunieron y compartieron un almuerzo.
“Juntos nos sentimos más fuertes. No tenemos miedo. Ya nadie nos hará callar”, explica una víctima que ha viajado desde San Luis, para escuchar la sentencia, junto a sus excompañeros de colegio. El tribunal ha permitido el ingreso de 30 víctimas y familiares en la sala de debate. Hasta su último día, el juicio transcurrirá a puertas cerradas para la prensa y personas ajenas a la causa, por tratarse de delitos sexuales, considerados de instancia privada.
“Los 45 o 50 años pedidos como condena me parecen bien. Si son menos años, no estaré conforme”, se sincera otra de las víctimas, que espera la sentencia para empezar a olvidar sus días desgraciados en el colegio católico para chicos sordos.
La primera denunciante detalla que se animó a hablar cuando empezó a ver a sus compañeros sufrir. “Al principio, no me daba cuenta de por qué ocurría. Mis amigos tenían muchos secretos. Hasta que un día fui abusada y también me quedé callada. ¿Quién fue? Horacio Corbacho. Quedé muy mal y guardé ese secreto porque tenía mucha vergüenza, era imposible decir eso”, expresa a través de sus manos, interpretada por una de sus hermanas, la demandante inicial.
Otro adolescente, también hipoacúsico, explica en qué momento ocurrían los abusos: “En grupo, entrábamos a la habitación del cura Corbacho. Él tenía computadoras, filmadoras, había películas, CD's… Él nos grababa. Quería que nos sentáramos en su falda, yo me sentía incómodo al hacerlo. Nos tocaba, me tocaba y me asustaba. No entendía esa situación y sufría”.
Una tercera víctima también alude al ataque del cura más joven, Corbacho, considerado un depredador en la investigación: “Me tocaba las piernas y desde atrás me agarraba los hombros y cuando estaba con mi amiga, a las dos nos manoseaba”, describe.
Durante la sentencia habrá más de 50 periodistas de Argentina y de agencias internacionales. En un comunicado en el inicio del juicio, el 5 de agosto pasado, las víctimas remarcaron la trascendencia internacional que ha tenido la investigación en Argentina: "Genera interés para todos los sobrevivientes de diversos lugares del mundo que reclaman verdad y justicia contra curas y monjas que en diversas instituciones eclesiásticas han cometido abuso sistemático contra niños, niñas y adolescentes. Desde organizaciones de sobrevivientes de todo el mundo se denuncian mecanismos de encubrimiento, que consisten en intentar eliminar la presencia de la justicia ordinaria y llevar el proceso a una investigación interna dentro de la iglesia, como así también trasladar de un lugar a otro a estos monstruos vestidos con sotana”.
Los sobrevivientes del horror hicieron hincapié en la figura del cura Corradi, quien arrastra denuncias desde hace 50 años en Italia: “Los abusos de Corradi comenzaron en el Instituto Próvolo de Verona. Fue encubierto por la iglesia católica y trasladado, junto con otros curas abusadores a Buenos Aires, al Instituto Próvolo de La Plata; y luego a Mendoza, donde volvió a cometer los mismos crímenes”.
Y afirmaron que en Mendoza ha habido intervención de las cúpulas eclesiásticas para proteger a los religiosos. Sin embargo, nadie de la Iglesia acompañó a los curas en las 49 jornadas que duró el debate y tampoco se espera que lo hagan el día de la sentencia.
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