VENECIA: SE OTORGÓ LA MÁXIMA DISTINCIÓN NACIONAL AL PRESIDENTE DE LA BIENAL

VENECIA: SE OTORGÓ LA MÁXIMA DISTINCIÓN NACIONAL AL PRESIDENTE DE LA BIENAL

Coincidiendo con la fiesta de apertura, Paolo Baratta recibió la Orden del General San Martín. Bajo su gestión, el país recobró su espacio propio.

El Pabellón Argentino tuvo su fiesta este miércoles a la tarde. En la inauguración de la obra comisionada a Mariana Tellería, fue condecorado con la Orden del General San Martín el presidente de la Bienal, Paolo Baratta. El embajador argentino ante Italia, Tomás Ferrari, fue quien prendió el broche de honor en su solapa. El director de Asuntos Culturales de la Cancillería, Sergio Baur, destacó que fue con esa gestiónque "la Bienal se abrió a los grandes públicos." 

Como presidente de la Bienal, el italiano ya ha cumplido las dos décadas y se estima que esta podría ser su última edición. Además, Baratta, un funcionario cultural de enorme influencia en el país, es miembro del Consejo de Administración de los Ferrocarriles del Estado y de Telecom Italia. Preside, también, la Accademia Filarmonica Romana. Su marca fue, sin duda, la de un internacionalista de gran curiosidad y pulsión contemporánea.

La Inauguración del Pabellón, donde se lucen desde este miércoles las siete audaces esculturas de gran escala flanqueadas de columnas de vidrio, contó con la presencia de figuras culturales. Estuvieron el ministro de Cultura porteño, Enrique Avogadro, el director de Desarrollo Cultural porteño, Diego Radivoy, la directora de Fundación Proa, Adriana Rosenberg, la directora de Monumentos, Teresa Anchorena, el pintor Antonio Seguí y el artista Pablo Reynoso, quienes  llegaron desde Francia y se dijeron sacudidos por la muestra, además de galeristas y curadores. La fiesta argentina gozó de las últimas horas de sol y buen tiempo en la Bienal, que hacia las seis de la tarde vivió un verdadero diluvio, como dando la razón a muchas de las obras expuestas en la muestra curada por Ralph Rugoff, que denuncian o ilustran el desastre climático del planeta. Por la noche, cuando todavía llovía, el festejo terminó en una cena, organizada por Proa, en el barrio de Dorsodouro.

Baratta tuvo una verdadera maratón en estos días de aperturas masivas escalonadas. Este miércoles se inauguraron también los pabellones nacionales de Francia, Bélgica y Arabia Saudita, entre otros. Y en todos ellos, el presidente de la Bienal se hizo presente y saludó a sus responsables. 

Por su trayectoria y afinidades, Paolo Baratta ha sido objeto de controversias y pulseadas políticas. Hace casi una década, el Festival de Cine de Venecia sufrió embates de la creciente derecha, cuando se lo sindicó como “una pasarela para los divos de la izquierda”. De hecho, vivió con grandes turbulencias la era del premier Silvio Berlusconi. Su gestión fue decisiva para que Argentina recuperara su histórico Pabellón, bajo la administración Kirchner; también se concedió el León de Oro al artista León Ferrari.

En su discurso, Baur sintetizó que "la gestión de Baratta va a pasar a la historia porque abrió la Bien a los grandes públicos”. También agradeció a Baratta y al embajador Ferrari el empuje que dieron al proyecto, porque ambos “ayudaron mucho a la culminación exitosa de esta obra -el envío oficial de Tellería, El nombre de un país– en un momento económico difícil para la Argentina”.

A propósito del lema elegido por el curador estadounidense Ralph Rugoff para la Bienal de este año, “Que vivas en tiempos interesantes”, una maldición china que sirvió al primer ministro británico Lord Chamberlain para definir los ominosos años de entreguerras, Baratta intervino en su momento con una defensa de la conexión con los desafíos del presente, que tan a menudo se comparan con los de los años 30.

Tratamos de ser sensibles al espíritu de los tiempos, pero también firmes en una serie de cuestiones”, asegura Baratta en la página oficial de la Bienal. “Somos una exposición internacional muy compleja, donde muchas exposiciones promovidas por los países que participan dialogan entre si, y juntas estas dialogan con la exposición internacional que organizamos, en colaboración con nuestro curador invitado. A su vez, nuestra exposición debe ser abierta y sin límites”, expresa allí, como llamado a los vínculos en una época particular.  “Veinte años pasaron desde que, en este mismo lugar, presenté mi primera exposición como presidente. Han sido años muy interesantes”, cerró su intervención el italiano.