FRENTE AL MAR
La vida puede cambiar de un momento a otro y ahí nos damos cuenta del poco control que tenemos frente a los acontecimientos externos. Pero siempre podemos contribuir desde nuestra actitud, fluir o resistirnos son opciones que sí están dentro de nuestro control y esa elección sólo depende de nosotros.
Hace poco conversaba con una amiga sobre una situación que no se definía, me sentía atascada y cada vez que me siento así pienso en lo difícil que a veces me resulta fluir. Y es que me considero una persona bastante estructurada en algunas cosas, ésta es una de ellas. Me gusta que las cosas salgan, disfruto cuando empiezo algo y se mueve y detesto cuando, por algún motivo, se frena de golpe y se estanca. Me cuesta horrores esa sensación. Bueno, a quién le gusta sentirse estancado.
Tengo otra amiga, que tiene lo que yo llamo un "master en fluidez" y, por momentos, es un tema recurrente entre nosotras aunque básicamente se trata de que la acribillo a preguntas y terminamos conversando de eso un buen rato. En pocas palabras, es una persona que se pone en marcha con lo que sea y fluye. Y digo fluye porque eso para mí significa que no se resiste a nada. Acepta lo que viene, incluso si algún suceso le cambia sus planes. "Fi, yo hace tiempo dejé de planear todo porque entendí que igual la vida me va a cambiar el plan, así que me limito a armar una idea global de lo que quiero hacer y voy viendo a medida que va surgiendo", me cuenta.
Y así la vi cambiar de trabajo incontables veces, viajar por todo el mundo, vivir en diferentes países, estudiar de todo, ponerse de novia, casarse. Concreta todo lo que se propone y lo hace fluyendo y pienso que su diferencial es la naturalidad con que asume las situaciones, incluso si la vida la empuja a hacer ajustes porque también la vi fluir en momentos difíciles. Se entrega a lo que llega con la convicción de que, si no es bueno, sale de ahí. No sólo no lo resiste ni le hace frente, tampoco lo cuestiona. Lo vive y se vuelve a levantar cuando pasa el mal momento y, sobre todo, no le da mucha vuelta, incluso cuando sufre.
"¿Cómo hacés?" le pregunto yo. Y ella me responde siempre desde su simpleza ante la vida: "No pienso tanto Fi, tu problema es que pensás todo demasiado" y valoro mucho que me lo diga porque es totalmente cierto y entender que esa es la diferencia me ayuda a trabajar en eso que tengo que mejorar, por ejemplo, pensar menos a veces. Pienso demasiado, cuando las cosas no van como quiero busco los caminos para hacer algo distinto, para salir de esa situación. Y ella también lo hace pero sin la tensión, el cuestionamiento, la resistencia o simplemente las emociones tan cargadas que, en ocasiones, le pongo yo. Aun me cuesta y a veces deseo ser más simple o menos compleja.
Mi otra amiga, la del principio, me dijo en aquel momento "Fi te voy a describir una imagen a ver si te ayuda como me pasó a mí. Imaginate que estás parada adentro del mar, mirando mar adentro, ves las olas que vienen y te rompen de frente, encima tuyo. Bueno, ahora date vuelta y mirá hacia la orilla. Eso es ir con la corriente, date vuelta, no te resistas a la ola porque te va a romper igual y en su lugar, dejá que te empuje hasta la orilla." Guau, me impactó muchísimo esa imagen y la sigo usando como recurso en los momentos que siento que me atasco como el papel de la impresora.
El año pasado vi la película "Frente al mar" que me acercó otra metáfora de agua que viene al caso. En ella, Angelina Jolie (Vanessa) es la esposa de un escritor y viajan juntos a un pueblito de Francia (pero que, dato nerd, en la vida real es Malta) para que él pueda terminar de escribir su libro. Se hospedan en un pequeño hotel, y su habitación tiene una terraza con vista a una hermosa y serena bahía. Todos los días, Vanessa observa un barquito pesquero y nota que sale de la bahía al alba y regresa al atardecer y repite lo mismo a diario, una y otra vez. Ella se pregunta por qué sale y entra de la bahía siempre a la misma hora. Hacia el final de la película, finalmente comprende que el barco hace esto porque aprovecha las corrientes que lo ayudan a entrar y a salir de la bahía.
Menos recursos, mayor eficiencia y lo mismo en la vida. Fluir aprovechando las mareas altas y también las bajas y mejorar la actitud para en definitiva, pasarla mejor.
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