EL DRAGÓN ESTÁ MÁS ACTIVO QUE NUNCA
En los momentos donde nos sentimos incómodos, como el actual, estamos más expuestos a que nuestra propia mente nos juegue una mala pasada. Estar atentos y cuidar nuestros propios pensamientos es también un ejercicio en días de aislamiento.
Confieso que tenía esa canción completamente olvidada y fue recién en el acto que se celebró el pasado 18 de febrero en el Congreso, para recordar el asesinato de Fernando Baez Sosa y pedir justicia, que volvió a mi memoria. Parece que Fernando amaba esa canción. Cuando volví a escucharla me transporté en seguida a mi infancia, a la primaria en el colegio y hasta estoy casi segura de haberla cantado en algún acto escolar porque me salió el coro en automático. Ni sé por qué me acuerdo de eso.
Pero al igual que ocurre con muchas otras cosas y su efecto con el paso del tiempo, esta vez la escuché distinto, porque a medida que cantaba caí en la cuenta de que había un dragón, "¿quién era el dragón?", pensé. Esa canción, "El misterioso dragón" de Víctor Heredia, es un canto al optimismo, nos habla de las luchas que atravesamos todos, de los sueños y el trabajo de perseguirlos, enuncia caídas y describe la actitud para volver a levantarnos, por nosotros y también para construir la paz (¿habrá hecho referencia a la propia y a la del mundo o solamente a una de ellas? y en ese caso, ¿a cuál de las dos?). Y claro, está el dragón, porque siempre hay un dragón, que no es ni más ni menos que nuestra propia conciencia que a veces nos boicotea y patea en contra. Maldito dragón.
Tony Robbins, uno de los referentes de liderazgo a nivel mundial -a quien sigo hace tiempo- cita con frecuencia una frase de su mentor Jim Rohn quien, además de haber sido tal, lo impulsó a la fama. La frase dice "Stand guard at the doors of your mind"/"Monta guardia en las puertas de tu mente", en alusión a elegir sabiamente qué pensamientos y creencias vas a dejar entrar en tu mente porque, en definitiva, son los que van a determinar que te sientas bien o mal.
Hay otra frase conocida que explica que aquello a lo que damos atención, se expande. Si focalizamos en algún problema que nos preocupa, dicha sensación crece (y a veces se puede convertir en el mismísimo dragón) y si, en cambio, lo hacemos con pensamientos agradables, eso también nos genera otro estado emocional. Hay una infinidad de prácticas espirituales que se hicieron conocidas desde este abordaje; la meditación, el mindfulness, el yoga, etc donde se ejercita centrar la mente en la gratitud, en la abundancia o en una buena intención que escojamos.
Llevamos varios días de cuarentena y aún tenemos por delante varios más, quizás sintiéndonos de muchas formas incluso en el transcurso de un mismo día. Hablé con personas que me dijeron que no comprenden lo que les pasa y que sólo pueden poner en palabras que se sienten "raros". Y creo que es entendible, porque en estos momentos no hay nada que esté bien o mal (por nombrar los extremos) sino que estamos viviendo en un escenario atípico, no sólo afuera sino y literalmente adentro, en casa y adentro nuestro. Muchas personas hacen deportes, otras cocinan, hay quienes toman un curso o meditan y también los que sólo desean mirar televisión o el celular todo el día, después de trabajar online el tiempo que demanda la empresa donde se emplean.
Cualquiera sea el caso, me parece conveniente recordar al dragón porque más allá de las actividades que elíjamos hacer durante los días que restan de cuarentena, también es oportuno tener presente que este es el escenario ideal para que el dragón ataque y se dé un panzazo con sus intenciones. Cuidar nuestros pensamientos porque, tal vez, antes de la pandemia estuviste trabajando en un hermoso proyecto que ahora ves imposible de concretar. O te ibas a casar y se suspendió la fiesta en el último momento. Un viaje, un encuentro que esperabas con alguien, un cambio de trabajo, un hábito nuevo que decidiste empezar. Guarda con el dragón, que no te prenda fuego esos sueños, puede visitarte por un rato pero lo que no puede hacer es instalarse en el sillón de tu alma, no se lo permitas, mandalo a la cucha. Porque más que nunca, después que pase esta cuarentena, todos vamos a necesitar de todos, de tus sueños, de los míos y del resto, para poder reconstruirnos. Acordate: no es una foto, es una película, esto también pasará.
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