TRENES, TELÉFONOS, PEAJES: LA CRISIS VISTA DESDE EL CONSUMO

TRENES, TELÉFONOS, PEAJES: LA CRISIS VISTA DESDE EL CONSUMO

En algunos servicios la caída llega al 46% y en otros suma hasta 16 meses. Se desploman los vuelos al exterior y explotan los de cabotaje.

Por más que de entrada su nombre desanime, vale la pena prestarle un poco de atención a ciertos datos del llamado Indicador Sintético de Servicios Públicos del INDEC. Es que, en su amplitud y en su grado de detalle, los informes representan un muestrario bastante preciso de cómo la realidad moldea y fuerza cambios en gastos y costumbres, muchas veces aceleradamente.

La enorme cantidad de usuarios, su diversidad y el tipo de servicios que el indicador abarca ya dicen mucho por si mismos. Como que el universo va desde los pasajeros transportados por trenes, colectivos, subtes y aviones, hasta el empleo de la telefonía tanto fija como móvil; el consumo de energía eléctrica, de gas natural y agua; la utilización del correo postal y el número de vehículos que pasa por peajes de rutas clave y accesos a grandes ciudades.

Queda claro, allí, que no es sólo un índice de servicios provistos por el Estado.

Tal cual puede suponerse, la recesión, los aumentos de tarifas, la situación laboral, la pérdida de ingresos y algunos cambios en hábitos y usos recientes y no tan recientes han contribuido a definir el signo de los datos. Puestos en forma sintetizada, tenemos entre otros que:

El número de pasajeros que viaja en trenes urbanos crece casi sin parar a partir de mediados de 2017, pero desde junio del año pasado cae muy fuerte el de aquellos que utilizan los ferrocarriles interurbanos: un 40%, incluso el 46%, durante algún mes. Un repliegue parecido aparece en la serie que registra el transporte urbano por colectivos. Además de mejoras en ciertos servicios, el cuadro deja al descubierto una mezcla de tarifazos y de actividad económica, de salarios y empleo en retroceso.

Dentro de este mismo rubro, otras cifras del INDEC son una prueba contundente de cómo han explotado los vuelos de cabotaje, que no paran escalar desde abril de 2017. En el revés de esa trama, los viajes al exterior bajan en continuado desde junio de 2018. Tampoco existe demasiado misterio aquí: pasajes más baratos o mucho más baratos y competencia creciente por un lado y maxidevaluación por el otro.

Bien conocido a esta altura, en la telefonía fija la cantidad de líneas y la duración de las llamadas cae, y según el conteo del INDEC cae sin pausa desde enero de 2014, casi simultáneamente con el arranque de la serie. Dos datos si se quiere llamativos hasta para quienes frecuentan los recovecos de este mundo: desde mediados de 2016 merman el número y la duración de las comunicaciones por telefonía móvil y a partir de enero de 2015 retroceden, mes tras mes, la cantidad de mensajes cortos o mensajitos. Se diría para el caso, mucho incremento de tarifas ahora privadas y ahorro de gastos forzoso juntos.

Una explicación semejante cabe para la retracción del consumo tanto de energía eléctrica como de gas natural, que vienen deslizándose por la pendiente desde septiembre y magnitudes que han trepado hasta bordear el 8%. La diferencia es que este ajuste tiene el sello del Estado nacional.

Ahora, el turno de los vehículos que pasan por peajes y obviamente los pagan. A partir de mayo, las cantidades bajan fuerte en las cuatro rutas que computa la estadística del INDEC: en las nacionales, sobre todo, y en las de las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe. También caen en los accesos a los grandes centros urbanos y en las autopistas de la Ciudad Autónoma. De nuevo, los coletazos de la retracción económica y del costo de las tarifas presentes, aunque sean en grados diferentes.

Por último, medido como un todo y según el último informe oficial, el servicio de correo postal va para atrás poco menos que sin respiro desde abril de 2013, o sea, desde hace por lo menos 6 años. Muy simplificada, la explicación pasa por la tecnología y las demandas de los nuevos tiempos.

Aun cuando resulte engorroso y a menudo laberíntico, el saldo del muestrario habla de una crisis que ha tomado las formas más diversas. Que atraviesa desde el transporte de pasajeros y la telefonía hasta los peajes.

El combo completo cuenta que sólo dos de los siete rubros que forman parte de la estadística crecen: la recolección de residuos y el transporte de cargas. El promedio del conjunto, que llega hasta febrero pasado, canta 16 caídas contra un alza en 17 meses.

Un detalle que es bastante más que un detalle: durante el último tramo del ciclo cristinista, el INDEC dejó de publicar el indicador de servicios públicos. Que era entonces, como es hoy, una aproximación bien precisa al cómo anda la economía.

Ninguna casualidad, el indicador de los 16 meses de caída coincide bastante con el Estimador de la Actividad Económica, también del INDEC: dice 10 meses consecutivos hacia abajo, a partir de mayo de 2018. Otro, pariente directo de ambos, el índice de la construcción, anota 7 meses seguidos desde septiembre.

Son todas comparaciones respecto del año anterior, pero si fuesen contra meses previos, como prefieren los funcionarios, el cuadro no se modificaría demasiado: dan 0,7 o 0,8% positivo. El Gobierno espera que la economía empiece a rebotar pronto, pero será crucial que el rebote sea percibido por la población, justo allí donde pesa de verdad.