LAS LARGAS FILAS EN MADRID PARA VOTAR POR CORREO Y TENER EL DOMINGO LIBRE

LAS LARGAS FILAS EN MADRID PARA VOTAR POR CORREO Y TENER EL DOMINGO LIBRE

De los 34,8 millones de electores empadronados que viven en España, 1.240.000 han solicitado hacerlo con esa modalidad.

Sara Gómez no tiene dónde dormir. Nació en Valencia hace 75 años y pasa días y noches en la Iglesia de San Anton, la parroquia de la calle de Hortaleza de Madrid, conocida como “la de los sin techo” que está abierta las 24 horas. Sara Gómez duerme allí, sentada en una butaca como las del cine. La acompañan su hija Sarah, de 42 años, y el chihuahua Esquí. El domingo Sara Gómez piensa ir a votar. Votará a Vox, el partido de ultraderecha que se mide en las elecciones generales españolas por primera vez. Sara no tuvo un voto fiel a lo largo de su vida.

Sin embargo esta vez cree que si Santiago Abascal, el ex PP que hoy es líder de Vox, se convierte en presidente, habrá esperanza para ella y las casi 2.800 personas que no tienen techo en esta ciudad donde la térmica, inusualmente baja para la época del año, no destila clima electoral. Excepto por el movimiento alrededor de las sedes de los partidos, donde numerosos jubilados precavidos van a buscar la boleta que piensan colocar el domingo en la urna, no hay pintadas ni fervor partidario.

Sí llaman la atención las filas frente a las oficinas de correo. De los 34,8 millones de electores empadronados que viven en España, 1.240.000 han solicitado hacerlo por correo. La mayoría lo prefiere para no hipotecar un domingo de primavera en Madrid, donde las previsiones meteorológicas auguran, por fin, algo de sol y más de 22 grados.

Este jueves al mediodía, sin embargo, la fila para votar en la oficina de correos de la calle de Guzmán el Bueno doblaba la esquina y alcanzaba casi dos cuadras. “Llevo dos horas aquí y creo que tendré otras dos más”, dijo Pedro, un madrileño que tiene plan con amigos para el domingo y que pensaba aprovechar las dos horas de permiso que por ley le dan en el trabajo para emitir su voto por correo. “Ya me gasté las dos horas de permiso. No sé qué le diré a mi jefe”, se lamentaba.

Las oficinas estarán abiertas este jueves hasta la medianoche. Y el viernes, último día posible para votar por correo, se podrá hacerlo hasta las dos de la tarde. “Estas filas son inusuales porque la Semana Santa ha hecho que el voto por correo se concentre en pocos días”, explicaba una empleada. El Instituto Nacional de Estadística español confirmó que en estas elecciones podrán votar 36,8 millones de personas, unas 400 mil más que en los últimos comicios generales de 2016.

El Paseo del Prado, esa caminata obligatoria para los enjambres de turistas que tienen como meta las escalinatas del Museo del Prado, se puebla más que de costumbre a eso de las cinco de la tarde: el museo es gratuito de seis a ocho. A esa hora, este jueves, el Paseo del Prado enhebró turistas, militantes ecologistas y a unas 40 personas que llevan casi diez días acampando aquí, enfrente del Ministerio de Sanidad.

No somos invisibles”, dice la pancarta detrás de la que se alinean carpas iglú verdes, “las más económicas que se venden en Decathlon”, dicen ellos. “No he visto a ningún político que se haya acercado hasta aquí. Ni siquiera a decirme ‘Tome, señora, una manta que hace mucho frío’. Nosotros también somos personas y votantes”, dice Joaquina, una catalana que perdió su casa hace más de un año y vive en la calle con su esposo y su hijo discapacitado.

No he visto los debates porque no tenemos tele aquí, en las carpas. Pasamos mucho frío. Le pido al pueblo de Madrid que nos traiga ropa de abrigo y comida. No queremos dinero -dice Joaquina-. He votado otras veces al PSOE pero esta vez estoy más indecisa que nunca. Tengo el viernes y el sábado para pensarlo”.

Paola Pazos, de 23 años, David Alonso, de 26, y Victoria Bauzada vienen al frente de la marcha de ecologistas que gritan “Se nota, se siente, la Tierra está caliente”. Son, en su mayoría, votantes confesos de Unidas Podemos, la coalición que nació de aquel malestar ciudadano de los indignados en 2016.

El domingo, a votar contra esta basura”, gritaba un estudiante en la estación Moncloa del subte, ese cruce que anuda las líneas 3 y 6, de las más transitadas, en plena hora pico. La congestión humana era tal, que era preciso contar con destrezas de personaje de videojuegos para afrontar las escaleras mecánicas que descendían al andén.