"LA CATEDRAL DE NOTRE DAME ESTÁ LASTIMADA, PERO ESTÁ DE PIE"

"LA CATEDRAL DE NOTRE DAME ESTÁ LASTIMADA, PERO ESTÁ DE PIE"

Es el rector de Notre Dame y vive positivamente este destino trágico de proteger a una vieja Dama fragilizada pero de pie.

Un monseñor con casco de protección, que vive junto a la Catedral de Notre Dame y trabaja en su presbiterio, aunque la prefectura de la policía quiere desalojarlo todos los días por razones de seguridad. El muy parisino Monseñor Patrick Chauvet es el rector de Notre Dame y vive positivamente este destino trágico de proteger a una vieja Dama fragilizada pero de pie, en cohabitación con el gobierno de Francia.

La Catedral es inaccesible, aislada por las fuerzas de seguridad y barreras. A un mes de su incendio continúan los trabajos para asegurarla. Una Catedral de acero para mantenerla, construida por debajo de la medieval catedral gótica, que fue abrazada por llamas de 300 metros, con sus piedras que soportaron 700 grados. Clarín pudo acceder a su cantera, donde un ejército de obreros, especialistas y arquitectos, trabajan día y noche en ella. Un riesgo: el plomo de la flecha caída es tóxico y los trabajadores deben protegerse .

En su oficina del presbiterio, con el ruido de grúas de fondo, monseñor Chauvet recibió a la prensa a un mes del incendio de su catedral. Estos son sus recuerdos.

 

-¿Cómo es su vida en este momento?

 

-Es una vida un tanto agitada. Los primero quince días fueron una experiencia un tanto difícil. Me encontré sin Catedral, tenía proyectos, un programa, y me quedó una pila de cenizas. Quedó bastante arruinada. Me encuentro un poco como un alma errante. Fueron quince días durante los cuáles me hice preguntas.

 

-¿Es un viudo de su catedral?

 

-Sí, soy un viudo, es la palabra. No está muerta, por suerte. Pero estoy al lado de alguien bien herido. Había una dimensión espiritual pero también afectiva. Toda mi vida está enraizada ahí. Fueron 15 primeros días de desposesión y desierto. En los últimos 15 días empecé a reaccionar. Tengo que dirigir mi equipo de sacerdotes y el equipo que trabaja en la obra. Hay una muy buena relación con los arquitectos y los obreros.

 

-¿Se creó una comunidad?

 

-Sí, me parece maravilloso. El arquitecto jefe, Philippe Villeneuve, lo dice seguido. Nos sentimos en confianza, nos llevamos bien. Confío en los especialistas. Está el arquitecto, que conoce bien la Catedral, más otros tres arquitectos. Es un equipo de cuatro personas, todos especialistas en las catedrales de Francia. No hay mejor.

 

-¿Entró a la catedral esa misma noche del incendio?

 

-Sí, entré esa noche con el arzobispo y con el señor y la señora Macron. Fue cuando los bomberos dijeron : ”Ya está, vencimos el fuego”. Si no hubiesen parado el fuego en la torre norte, la torre se caía, porque las campanas que están adentro se iban a caer. Si se caía la torre norte, también se caía la torre sur, se caía todo. Toda la fachada desaparecía. Cuando el general de los bomberos, el general Gallet, me dijo: ”Monseñor, hacemos el todo por el todo. Mando diez hombres y me tomo media hora. Si en media hora no logramos parar el fuego, la Catedral se cae”.

 

-¿Cómo fue esa noche?

 

-Estaba en Rue du Cloitre, en lo de unos comerciantes, porque me gusta tener vínculos con los comerciantes, forman parte de nuestra familia. Estaba tomando un whisky y la comerciante me dice: “Mire Monseñor ¡hay humo!” Miro, y efectivamente había humo. Eran las 6.45. Llamo enseguida diciendo: “Hay fuego, no es posible”. Me dicen: ”Sí, ya llamamos a los bomberos”. La seguridad funcionó muy bien, todo el mundo salió. Los lunes a la noche hay gente en la Catedral, pero no es un grupo grande. Son 200 personas: pudieron salir sin entrar en pánico. Yo volví enseguida. En un minuto estaba en el parvis y vi cómo empezaban a subir las llamas. Eran las siete menos diez. Creíamos que la flecha se iba a caer. Pero no enseguida. Vi que había fuego, y que avanzaba muy rápido. Estaba ahí, esperaba los bomberos. Cuando hay pánico, todo se hace mucho más largo. Los bomberos llegaron y a nosotros nos empujaron al fondo del parvis porque, con el viento, volaban algunas chispas.

La policía me pidió que me vaya y lo hice. De todas formas, no me quería quemar. Fui al fondo del parvis y desde ahí miré todo. Estaba con la señora Anne Hidalgo (alcalde de París), después llegó el arzobispo. Más tarde fue la visita del primer ministro, seguida inmediatamente por la visita del señor y la señora Macron. Ahí la flecha no estaba más. A mí me sostenían los bomberos, sobre todo por el capellán de los bomberos. Yo me decía: ” No es posible, la Catedral así”. Yo estaba ahí, escuchando. Confiaba en los bomberos. Pero de todas formas me preguntaba: ”¿Van a poder detener el fuego?” La ventaja hoy con los drones es que ven cómo avanza el fuego y pueden evaluar cómo pararlo con un poco de anticipación.

 

-¿Usted entró a la Catedral con el presidente Macron?

 

-El presidente Macron volvió alrededor de las once y media. A medianoche el fuego había parado. Era peligroso pero el presidente quiso ir hasta la puerta. Fue muy emocionante porque vimos que había una parte de la nave, donde estaba la flecha, que se había caído. La otra parte todavía no se había caído: se cayó a las tres de la mañana. Entramos en la catedral y yo vi la cruz, que estaba ahí, y la Virgen María, que también seguía ahí. Se lo dije al presidente Macron: ”Lo esencial está. Estamos salvados, la Catedral está”. Quizás fue tonto, podría haber dicho: ”Qué horror, se cayó todo”. Pero no. Vi dos señales que me marcaron. Que María, la Virgen, esté ahí, en buen estado, rodeada de escombros y piedras, todo se había caído. Me dije: ”Bueno, listo”.

 

-¿Durmió esa noche?

 

-No, muy mal. Después que acompañé el presidente a su auto, me dije: ”Ahora volvés a tu casa”. En ese momento, empezaron a decirme: ”No puede entrar a su casa. Es peligroso”. Yo vivo al final de la Rue du Cloitre. Finalmente un gendarme, muy amable, me acompañó a casa. Llegué a las tres de la mañana. No dormí en toda la noche. A las cinco, ya estaba en el atrio para revisar el estado de la catedral. Fue ahí cuando vi que se había caído una segunda bóveda.

 

-Y cuando al día siguiente la vio, todavía en pie a la Catedral, ¿qué pensó?

 

-Cuando vi eso pensé: ”Es el Apocalipsis”. Si, de hecho usé esa misma palabra. No hay que sobrenaturalizar todo. ¡Cuando hay fuego, hay fuego! Pero no es tan banal. Aún así, tiene que tener un sentido todo esto. Yo no creo, como los que he escuchado decir a algunos, que “todo esto es una lección”. Yo lo miro más bien de forma positiva. Me pregunto qué quiere decir que esta Catedral, que se hubiera podido caer del todo, esté de pie. Cinco minutos más y la catedral caía. Está de pie. ”Está lastimada”, como dice el arzobispo. Me gustó mucho su expresión: ”Está lastimada, pero está de pie”. Y me dije: ”¿Qué quiere decir para nosotros hoy? Quizás es demasiado pronto. Pero, con la distancia, quiere decir que la fragilidad de la Catedral se relaciona con nuestra fragilidad. Eso está claro. Quiere decir también eso para cada francés -porque yo estaba sorprendido- todos estaban conmovidos. Quiere decir que Notre Dame es otra cosa. No es únicamente la Catedral. Es un lugar que une, un lugar de comunión. Siempre quise recibir a todo el mundo: creyentes o no, de religiones diferentes. Lo esencial es que sea un lugar de paz y de comunión.

 

-Según usted ¿qué es lo que hizo que haya esta emoción mundial?

 

-Pienso que la Catedral representa mucho. Recapitula primero la historia de nuestro país, igual si no se conoce tanto. Todo eso para ellos simboliza la historia de Francia. Para los que no conocen bien la historia, pienso que es algo visceral, una conexión con la cultura. Me alegró un poco saber que finalmente Notre Dame es francés. Es nuestro patrimonio, el honor, la gloria. Pero no impide que haya un reencuentro en el tema de la Catedral.

 

 -¿Por qué es conocida en el mundo entero?

 

-Es célebre porque simboliza a Francia, simboliza a París. El antiguo arzobispo de París, el Cardenal Vingt Trois decía que recibía muchas cartas de extranjeros, que decían que habían visitado París y lo que más les había impresionado era Notre Dame. Es quizás un misterio.

 

-Desde Argentina es difícil entender la diferencia entre monumento histórico y Catedral. ¿Qué piensa del hecho de que el gobierno francés considera a Notre Dame como un monumento histórico y la quieran reconstruir en cinco años y para usted es una catedral gótica y católica?

 

-Sólo los franceses lo pueden entender. Es la separación de la Iglesia y el Estado, y la ley de 1905, o la noción de laicidad. ¡Sólo los franceses!. Las preguntas que me hace las he escuchado en Polonia. Para ellos es otro universo. Pienso que esta ley de 1905 es una ley equilibrada. Creo que no hay nada para revisar, está bien. Es verdad que hay una cuestión ambigua. Es un monumento que pertenece al Estado. Pero no hay que olvidar que ese monumento es el lugar del arzobispo de París: por eso tiene su cátedra. En ésta separación de la Iglesia y el Estado, se confía la catedral a la diócesis de París, porque es el lugar del arzobispo. Hay que mantener este equilibrio para que en este monumento nacional, la iglesia tenga su lugar para poder trabajar de manera inteligente, y en comunión con el Estado. Es lo que siempre intenté hacer. Cuando vi a la señora Hidalgo en el atrio, que pertenece a la ciudad de París, le dije: “Nosotros no vamos a jugar a Don Camilo y Peppone, porque yo puedo ser Don Camilo, pero para usted es más difícil ser Peppone”. No estamos en una situación de disputa del poder. La clave de la comunión entre todos, quizás, es que todos estamos al servicio de este bello monumento.

 

-¿Cómo va a ser la relación entre la Iglesia y el Estado francés para la reconstrucción?

 

-Está el proyecto de ley, que todavía no pasó por el Senado. El proyecto de ley es claro. El señor Macron pidió cinco años. Bueno, hay que hacer el interior…

 

-¿Es realista?

 

-Sí, me parece realista porque se puede entrar a la Catedral y alabar el Señor, sin que esté todo listo afuera. La Catedral estuvo sin flecha por años. Se podrá entrar en la Catedral cuando los muros se puedan sostener, el techo no se caiga, y no respiremos plomo. Hay que esperar un poco, está claro. ¿Cómo vamos a trabajar juntos? La ley muestra que el arzobispo, o el rector, porque el arzobispo no va a poder ir a todas las reuniones, va a estar presente en la reflexión sobre la restauración. Eso me parece bien. El ministro de Cultura lo dijo: “Es normal que el usufructuario trabaje con el Estado en la restauración de la Catedral”. Por eso estoy muy contento con este trabajo que se está haciendo hace un mes, hay realmente un diálogo.

 

-¿Prefiere una Catedral tradicional, una moderna, una con flecha, sin flecha o sin flecha moderna?

 

-Imaginemos si la catedral se hubiese caído completamente. Ahí hubiésemos podido reconstruir una catedral adaptada al mundo en el que estamos. Hubiese podido ser una bella Catedral moderna. Hoy la fachada y los muros están intactos. No se puede rehacer una catedral haciendo contrastes que choquen, hace falta cierta armonía. El edificio es del siglo XIII. Creo que hay que hacerlo como era originalmente. Me parece que sería más lindo volver a hacer una estructura de madera que hacer algo de hormigón.

 

-En su corazón piensa en una linda estructura de madera.

 

-Sí. Visité la charpente muchas veces, y el olor de la madera era algo maravilloso. Tiene vida la madera. El hormigón es un poco frío. Es un monumento que tiene vida. En cuanto a la flecha: durante años, porque se cayó durante la revolución y fue Viollet-le-duc que la rehízo, estuvimos sin flecha. La flecha es el símbolo que nos eleva el cielo. La Catedral sin la flecha es muy linda también. No me voy a pelear por la flecha. Si hay que tener una cosa horrible sobre la catedral, no. No tengo una pasión por la flecha de Viollet-le-Duc.

 

-¿Qué peso tiene en la decisión final la opinión de los donantes?

 

-Ese es un punto muy importante porque tenemos que respetar lo que los donantes dan para la restauración. Primero tenemos que respetar su intención. Si dicen: “Quiero que la donación sea para la Catedral de Notre-Dame”, tiene que ser para la Catedral de Notre-Dame. Si no se llama malversación de fondos y robo. Cuando recibo plata para los pobres, se los doy a los pobres. No se lo voy a dar al departamento del rector. Lo que digo es que tiene que haber un respeto hacia la donación. Después, preguntarse, cuando donan, qué quiere decir: pueden donar para rehacer el techo y también para que la Catedral pueda vivir hoy en día. Estamos tratando de restaurar. Pero hace falta también que la catedral pueda vivir, durante 2 años, 3 años, 4 años. Tiene que funcionar la Catedral. Hace falta también que, cuando entremos, haya sillas. Hay que comprar sillas porque están todas arruinadas. Rehacer la electricidad, la calefacción, la sonorización, todo el circuito de televisión. ¡Es que era un mundo Notre Dame! Teníamos bellas celebraciones, nos miraban desde el mundo entero, pero todo eso tenía un costo. Notre Dame tiene que ser lindo, y para que sea lindo, hacen falta instrumentos que funcionen. En todo eso va a hacer falta invertir, forma parte de la vida de la catedral. Hay una transmisión, hay un “savoir-faire” que hay que transmitir.

 

-¿Cuándo piensa que se va a poder hacer una misa en Notre Dame?

 

-¡Ah, lo más pronto posible! Pero hay que ser prudente. No se puede celebrar una misa si el arquitecto me dice: “Cuidado, todavía está frágil”. No voy a ir. Cuando el arquitecto, me diga: “puede usar una parte de la nave”. Cuando tengamos una parte de la nave, vamos a poder quizás empezar a hacer un oficio. Las piedras necesitan escuchar las alabanzas. Durante un mes se callan, no oyen más nada, se preguntan qué pasa. Entonces necesitan escuchar música. Vamos a necesitar limpiar el órgano. La suerte es que no se arruinó. Al órgano de coro hay que hacerlo porque se arruinó mucho con el agua. Los caños no se arruinaron pero sí el motor. Va a ser importante el día en que el arquitecto me diga: “Puede tener 500 lugares”. No voy a esperar los 2.000 cupos.

 

-¿Y la Catedral efímera?

 

-Inventé esa idea esa noche. Me dije que hace falta que haya algo. No va a ser una Catedral .Quiero que la Virgen María esté ahí. No va a ser la verdadera: siempre va a haber un bruto que la pueda romper. Pero va a ser un lugar, un pequeño santuario, que le permita a la gente ir a rezar. La gente va a poder poner sus intenciones en un libro. Somos una religión de la encarnación. La voy a poner delante de los alambres para esconderlos un poco. Me la prometieron. Espero que sostengan su promesa. A Macron le pareció genial. Será algo medio gótico, que no va a costar mucho, con aspecto de bóveda, y, al fondo, habrá una representación de la Virgen María. Es simbólico. Es verdad que quizás va a haber algo en el Hotel Dieu. Me gustaría que el Hotel Dieu sea un lugar de acogida, donde se hable del avance de los trabajos, con una boutique de souvenirs.

 

-¿Qué es lo que más lo conmovió en todo este último mes?

 

-Muchas cosas me conmovieron. Para empezar, todos los testimonios que recibí. Unas cartas larguísimas, que todavía no llegué a contestar, del mundo entero.

 

-Hubo una polémica con las donaciones en Francia, ¿Podrá decirnos cuánto dinero necesitan para reconstruir la catedral?

 

-Hoy nadie puede decir cuánto va a salir. Cuando decimos que tenemos mil millones de donaciones son promesas de donaciones. Yo le puedo decir que ya el trabajo de este último mes va a costar una fortuna, porque trabajan noche y día para poder salvaguardar la construcción. Tuvieron que hacer esta inversión porque era urgente, sino se iban a caer paredes. Una obra así es imposible saber cuánto va a costar. Todos dicen que el plomo es tóxico.

 

-¿Cree que es posible trabajar sin desintoxicar el lugar?

 

-Lo que puedo decir es que todos los que trabajan hoy ahí están trabajando con escafandras, bien protegidos, y que hoy no se puede entrar en la Catedral. Yo no entro por prudencia. Creo que están haciendo el trabajo necesario para eliminar el polvo de plomo.