PAULO DÍAZ, ESA OBSESIÓN DE MARCELO GALLARDO QUE POR FIN LLEGARÁ A RIVER
El chileno, de 24 años, viene de jugar en el Al-Ahli saudí a cambio por cuatro millones de dólares por el 70 por ciento de su ficha.
Más de un mes de ofertas, deseos, coqueteos y presiones cuajaron y terminaron con la mudanza de Paulo Díaz desde el Golfo Pérsico a Núñez: el defensor chileno se sumará a River, que pagará al Al-Ahli saudí cuatro millones de dólares por el 70 por ciento de su ficha. El sábado aterrizará en Ezeiza para firmar su contrato.
Desde que el uruguayo Camilo Mayada tomó la decisión de abandonar el club para irse a México (se sumó a Atlético San Luis), Díaz se transformó en la obsesión de Gallardo. “He pedido un solo nombre porque nuestro plantel está consolidado. Se nos fue un jugador y necesitamos reemplazarlo. Esperemos que River pueda hacer el esfuerzo para traerlo”, había dejado claro el DT tres semanas atrás en una conferencia de prensa.
Si bien Al-Ahli pretendía retener al futbolista por el que había pagado alrededor de siete millones de dólares hace un año y ya había rechazado dos ofertas, la sinergia entre la voluntad del Muñeco y de la dirigencia de River y la presión del jugador (no volvió a Arabia Saudita tras la Copa América y se quedó en Santiago de Chile entrenándose con el plantel de Palestino) terminaron dando sus frutos.
¿Qué sedujo a Gallardo? La velocidad, el buen juego aéreo y, sobre todo, la versatilidad de Díaz, quien a lo largo de su carrera profesional, desde su debut en Palestino en mayo de 2013, se ha desempeñado como stopper y como líbero en defensas de tres jugadores, como marcador central, como lateral y hasta como mediocampista central.
El Bombero, que el 25 de agosto cumplirá 25 años, tendrá su segunda experiencia en el fútbol argentino después de su buen paso por San Lorenzo, al que llegó en enero de 2016 de la mano de Pablo Guede, el entrenador que lo había dirigido en Palestino y en Colo-Colo(juntos fueron campeones del Torneo Apertura 2015 de Chile).
Su llegada al Ciclón, al igual que este desembarco en River, estuvo precedida por una compleja negociación debido a tironeos entre los dos equipos chilenos en los que había jugado y que eran copropietarios de su ficha. Durante su primer semestre en el país, fue cuestionado y resistido, como el técnico que lo había traído.
Pero tras la partida de Guede consiguió consolidarse y fue uno de los puntales del equipo, primero con el uruguayo Diego Aguirre en el banco y luego con Claudio Biaggio. En San Lorenzo totalizó 69 partidos, en los que convirtió ocho goles, antes de partir a Arabia Saudita, nuevamente pedido por Guede.
Esa transferencia significó un evidente progreso económico para el defensor nacido en Santa Cruz, 180 kilómetros al sur de Santiago, pero también un retroceso deportivo, sobre todo por las consecuencias que le acarreó en su seleccionado. “Tiene otras posibilidades. Quizás esta (la de Al-Ahli) sea la última opción. Por su juventud, no debe precipitarse”, le había advertido Reinaldo Rueda, entrenador del combinado chileno. Díaz no lo escuchó y terminó pagándolo.
Tras debutar de la mano de Jorge Sampaoli en un amistoso contra Estados Unidos en enero de 2015 y tener minutos también durante la gestión de Juan Antonio Pizzi, el Bombero parecía llamado a ser uno de los pilares del recambio en la Roja. Fue titular en cuatro de los primeros cinco amistosos de la gestión Rueda, pero tras su pase a Arabia Saudita apenas sumó 89 minutos en los ocho encuentros siguientes.
En la Copa América de Brasil, relegado por Guillermo Maripán, solo fue titular en la derrota ante Uruguay en la fase de grupos y frente a Argentina en el duelo por el tercer puesto. Fueron los únicos dos partidos en que Rueda optó por usar una línea de tres defensores.
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