SOWETO: DE LA UNIDAD CONTRA EL APARTHEID A LA DIVISIÓN ENTRE RICOS Y POBRES EN SUDÁFRICA

SOWETO: DE LA UNIDAD CONTRA EL APARTHEID A LA DIVISIÓN ENTRE RICOS Y POBRES EN SUDÁFRICA

Esta ciudad, que fue el emblema de la solidaridad negra, hoy representa las diferencias sociales y de clase.

Nomsa Victorino tenía un Lexus en el garaje, una piscina en el patio, ocho habitaciones en su villa y un mensaje para el mundo sobre su famosa ciudad natal. “Cualquiera sea la idea que la gente tiene en su mente sobre Soweto, de que Soweto es un lugar para pobres, no es así”, dijo Victorino, 50 años, sentada en una de sus tres salas de estar. “Cambió drásticamente”.

Agnes Sehole tiene ratas en el techo, velas para iluminarse, parafina para calentarse y un mensaje para el mundo sobre su famosa ciudad natal. “Está empeorando”, dijo Sehole, 77 años, sentada en una de las dos habitaciones de su casa en Soweto. “No experimenté nada de la nueva Sudáfrica”.

Soweto, que alguna vez fue la ciudad de mayor población negra en el país, fue el símbolo de la resistencia unida contra el régimen racista del apartheid y sede del líder antiapartheid, Nelson Mandela. Es el lugar donde la policía asesinó al menos 176 estudiantes que protestaban durante los disturbios de Soweto en 1976, y donde los residentes se negaron a pagar el alquiler, la electricidad y el agua al gobierno de los blancos en la década del ´80.

 

PARA EL MUNDO EXTERIOR, SOWETO REPRESENTÓ LA SOLIDARIDAD NEGRA

 

Hoy, Soweto representa las divisiones sociales y de clase dentro de la mayoría de Sudáfrica. Es un lugar de autos espectaculares y grandes mansiones, aunque también es un lugar de barrios pobres y un alto índice de desempleo.

Soweto fue establecido por el gobierno de los blancos en los años ´30 como un gueto negro en la franja sudoeste de Johannesburgo (el nombre es una abreviatura de South Western Townships). Algunas partes han cambiado notablemente desde que finalizó el apartheid en 1994, y aun así, para muchos, no cambió con la rapidez suficiente.

La rabia por la dureza y la desigualdad mutó en las últimas semanas hacia el chivo expiatorio de los inmigrantes. A medida que surgió la violencia xenófoba en Sudáfrica, que mató al menos a 12 personas, Soweto no fue la excepción. Los saqueadores desvalijaron varios negocios de propietarios extranjeros en la ciudad, en agosto.

No obstante, Soweto es una vidriera para el progreso que han hecho algunos sudafricanos negros.

La zona no tenía electricidad y solo unas pocas calles estaban pavimentadas durante gran parte de la época del apartheid. Pero hoy, en la calle Vilakazi, donde alguna vez vivió Mandela, se pueden ver con frecuencia autos Porsche estacionados en la puerta de la calle donde se encuentra una fila de restaurantes de categoría.

Hay un festival anual del vino, uno de los shoppings más grandes de África y una microdestilería, tan exitosa que recientemente fue adquirida por Heineken.

La arquitectura sorprendente del Teatro de Soweto reemplazó al estadio en ruinas de la época del apartheid allí cerca, un emblema de la cultura de Soweto. Recientemente, el teatro puso en escena una obra acerca de un romance interracial, otros sobre homofobia y un musical sobre Ladysmith Black Mambazo, el coro de gospel. Se duplicó la asistencia anual en los últimos tres años, llegando a los 50.000 espectadores.

Todo esto crea “otra narrativa, una nueva narrativa sobre los negros, sobre los africanos”, dijo Nomsa Mazwai, el director del teatro. “Los jóvenes se van de aquí pensando que pueden hacer todo”.

En Moja Cafe, un bar-restaurante en un distrito vecino, los habitantes ricos de Soweto compraban cervezas que cuestan más que el salario mínimo por hora en el país. En una zona donde habitan hasta 5 millones de personas, según estimaciones no oficiales, hay una élite deseosa de pequeños lujos.

El poder adquisitivo está allí”, dijo Kutlwano Pitso, propietario del Moja Cafe, quien dijo que sus clientes más ricos regularmente gastan mucho.

Hace dos décadas, los habitantes de Soweto tenían que viajar a otros sitios para encontrar comidas sofisticadas, afirmó Pitso; las mismas que un grupo de políticos locales ricos estaba comiendo en el restaurante. “Hoy se puede ordenar en Uber Eats”.

Sin embargo, muy cerca de allí, en un distrito como Klipspruit, aparece un escenario muy diferente.

Aquí es donde vive Sehole, en un laberinto de callejones sin asfaltar. Aunque la mayoría de las calles de Soweto fueron asfaltadas en los años posteriores al apartheid, los bolsones como esta parte de Klipspruit están olvidados.

Probablemente, la zona está mejor que cuando Sehole se mudó allí en 1966. Entonces, al menos tenía una vista desde su habitación del fondo. Ahora, la escasez de viviendas llevó a muchos de sus vecinos a construir hasta cuatro chozas para alquilar en el fondo de sus casas. Esto creó un hacinamiento en el vecindario, transformando a la calle de Sehole en un pasillo angosto.

Durante varias semanas este año, se vio obligada a usar velas y parafina cuando se cortó el suministro de electricidad de toda la zona después de que una gran cantidad de residentes no pagó sus cuentas de electricidad.

 

¿LA ELECTRICIDAD DEBE SER GRATUITA?

 

¿Dijiste que las cosas cambiaron?”, preguntó con sarcasmo Seth Mazibuko. Como adolescente en 1976, Mazibuko fue líder de las protestas estudiantiles que hicieron famoso a Soweto en el mundo, y que llevaron al Estado a asesinar a muchos de sus amigos y compañeros de escuela.

La vida cambió desde entonces. Un museo y un mausoleo están cerca de allí donde fueron asesinados los primeros estudiantes. Apresado durante el apartheid, Mazibuko es saludado como un héroe mientras camina por las calles donde mataron a sus amigos. En una tarde reciente, los habitantes de Soweto corrían a abrazarlo.

Pero Mazibuko dijo que los dividendos económicos de esta libertad fueron compartidos con mucha menos igualdad de lo que esperaba.

Gran parte de la economía y la tierra todavía es controlada por la minoría blanca. Muchos de los nuevos líderes del país, algunos de los cuales lucharon junto a Mazibuko contra el apartheid, se han enriquecido.

El desempleo sigue tan alto como en 1994; más de la mitad de la población menor de 35 está desempleada. La clase media negra creció, sin embargo, pero aún representa solamente un 10% de la población negra total, de acuerdo con una investigación de la Universidad de Ciudad del Cabo.

El árbol de la liberación que regamos con nuestra sangre, de ese árbol, no estamos disfrutando los frutos”, dijo Mazibuko, ex director de escuela. “Ni siquiera disfrutamos de la sombra de ese árbol. Pero los hijos de esos camaradas con los que luchamos, y que ahora están en el Parlamento, ellos sí disfrutan de los frutos y la sombra”.

En el centro de esta dicotomía está la crisis de la electricidad en Soweto.

En los ´80, los habitantes de Soweto se negaron a pagar los servicios como la electricidad, como parte de una campaña estratégica contra el apartheid alentada, entre otros, por Cyril Ramaphosa, actual presidente sudafricano.

Después del final del apartheid, esta cultura de no pagar continuó. Hoy, más del 80% de los habitantes de Soweto no pagan la electricidad.

Sin embargo, mientras el no pago unificó a los habitantes de Soweto en los´80, hoy ayuda a dividir a los líderes del país y sus bases.

Los días de boicotear el pago se terminaron”, dijo Ramaphosa en un discurso en junio. “Ahora es tiempo de construir. Es hora de que todos nosotros hagamos nuestro propio aporte”.

Aunque muchos sudafricanos pobres creen que la electricidad debe ser gratuita, o al menos estar fuertemente subsidiada, particularmente en áreas como Soweto, donde el desempleo es tan alto. Sienten que pagan el precio de la corrupción del partido de Ramaphosa, el Congreso Nacional Africano, cuyo liderazgo anterior está entremezclado con múltiples escándalos, que incluyen el del sector de la energía eléctrica.

Y se sienten traicionados: se percibe que el CNA (no siempre con justicia) presentó a los servicios gratuitos como la recompensa para la población por haber derrotado el apartheid.

Caminábamos juntos, cantábamos y orábamos a Dios juntos”, dijo Mazibuko sobre Ramaphosa. “¿Cyril se olvidó que una vez nos quedamos en una casa donde no había electricidad”.

 

EN UN BAR OSTENTOSO, DEBATIENDO SOBRE LAS OPORTUNIDADES

 

El estancamiento en la electricidad de Soweto es más que un argumento sobre cómo pagar la energía. Está en el centro de un debate sobre la naturaleza de la democracia en Sudáfrica.

Plantea interrogantes sobre el acuerdo político postapartheid, y si se hizo lo suficiente para redistribuir el poder y las oportunidades económicas. Y plantea un desacuerdo acerca de las obligaciones del gobierno: ¿Su rol es meramente crear oportunidades para sus ciudadanos, o brindarles un paquete más amplio de ayuda y protección?

En uno de los bares más ostentosos de Soweto, una noche fresca en julio pasado, un banquero y un empresario debatían sobre esta misma cuestión cerveza de por medio. Los dos se criaron en Soweto, y les ha ido lo suficientemente bien como para mudarse a Johannesburgo. A los dos les gusta volver los fines de semana para andar en moto y ver a sus amigos.

El banquero, Dumisani Bengu, sentía que cualquier persona que intentara hacer el esfuerzo suficiente, podría tener éxito en la nueva Sudáfrica.

Todos teníamos las mismas oportunidades, ¿por qué cada uno no aprovechó la suya?”, le dice Bengu, 47, a un crítico imaginario. “Todos crecimos en el mismo lugar, pero yo fui perseverante en la escuela”.

El empresario, Bongani Moyo, estuvo en desacuerdo. Las oportunidades no están distribuidas igualitariamente, dijo.

Hay tipos que tienen oportunidades, es cierto”, dijo Moyo, 45, dueño de una empresa constructora. “Pero algunos de nosotros también nos tuvimos que abrir camino y salir de la rutina, y otros no tuvieron ninguna oportunidad”.

Por Patrick Kingsley