LA CRISIS DEL "PERÍODO ESPECIAL", EL FANTASMA QUE VUELVE PARA ACECHAR A CUBA

LA CRISIS DEL "PERÍODO ESPECIAL", EL FANTASMA QUE VUELVE PARA ACECHAR A CUBA

Alude a los años 90 cuando la caída soviética dejó a la isla sin subsidios y con una economía en picada. Ahora, el colapso del aliado chavista revive viejos temores.

Casi 30 años después de sufrir una de las peores crisis de su historia, el fantasma del “período especial” vuelve para acechar a Cuba como un trauma colectivo que resurge fresco en un momento difícil para la isla, atrapada entre su ineficiente economía, las nuevas presiones de EE.UU. y la debacle colosal de Venezuela, uno de sus principales aliados.

Aquellos fueron tiempos muy duros en los que nos volvimos violentos y egoístas”, recuerda el actor Luis Mesa en uno de los testimonios del libro “No hay que llorar”, descarnada memoria que revive los duros años de la década de 1990, cuando la caída de la Unión Soviética dejó al país sin subsidios ni salida inminente.

Bautizado por el expresidente Fidel Castro como “período especial en tiempos de paz”, fue una etapa en la que la economía cubana entró en recesión y muchos auguraron el colapso de la Revolución, que enfrentó una de sus más duras pruebas.

De golpe, la isla quedó sin su principal patrocinador y los cubanos empezaron a sentir en carne propia una escasez que se volvería crónica y para la gran mayoría derivó en una necesidad constante de acaparar alimentos y artículos de higiene “por si acaso no vuelven a sacar” en las tiendas.

Ahora la isla teme que se repita el escenario. Razones no faltan. A mediados de mes, el Gobierno anunció medidas para evitar un colapso como el de los ‘90, una amenaza cada vez más real ante la crisis en Venezuela, principal aliado económico de Cuba, que rebajó sus envíos de petróleo subsidiado.

Las nuevas sanciones de la Casa Blanca de Donald Trump, que permitirá juicios por propiedades confiscadas tras la Revolución, limitará las remesas y dificultará aún más los viajes de los cubanos, que buscan alimentar su economía con inversión extranjera y el turismo. Pero la escasez de dólares se agravará, en un país que depende del exterior.

La crisis de los 90 fue una dura escuela. La peor. No había comida, no había ropa, no había combustible para la electricidad, para cocinar. Hacer tres comidas al día era un lujo para muchos”, narra a EFE Alberto, un maestro jubilado que “aún siente escalofríos” cuando recuerda cómo se sentía cuando sus hijos lloraban por hambre y él “lloraba por ellos”.

El cubano debió aprender a desprenderse de lo superfluo: todo lo “vendible” se cambiaba por dinero o los artículos de mayor necesidad (carbón, kerosene, comida, detergente), la madera se convertía en combustible y las baterías de los vehículos se usaban en plantas eléctricas.

Fue la época de la innovación y la creatividad para sobrevivir. También fue la etapa en la que el humor se convirtió en el reflejo más fiel de la capacidad de regeneración de los isleños, que inventaban chistes llamando “conejos de azotea” a los gatos que comían y “jabón angolano” al hecho de “echarse agua y pasarse la mano”.

Los habitantes de las zonas urbanas aprendieron a cultivar cada parche de tierra disponible y a viajar “al campo” para cambiar alimentos por ropa, en difíciles peregrinaciones debido a que el transporte público se redujo en más del 90 %.

Mientras, en las zonas rurales el índice de calidad de vida sufrió una caída libre de la que no se ha recuperado hasta hoy, responsable del éxodo hacia las ciudades y la falta de fuerza laboral que afecta todavía al sector agrícola cubano.

Soy lo que llaman ‘una niña del período especial’ porque mi infancia la pasé entre apagones, discursos de Fidel (Castro) en la televisión, colas en las bodegas, largos trechos en bicicleta y despedidas. Cuando me di cuenta, más de la mitad de mis amigos se había ido del país”, recuerda Alicia, una ingeniera de 33 años.

Miles de cubanos emigraron a EE.UU. durante la conocida como “crisis de los balseros” en 1994, con grandes protestas públicas en agosto de ese año contra el gobierno, que decidió permitir las salidas por mar.

Me da pavor pensar siquiera que podemos regresar a ese tiempo. No creo que pueda resistir otra vez”, asegura Paquita, de 63 años, al escuchar “cómo vuelve a sonar el dichoso término” en las palabras del expresidente Raúl Castro, que instó el 10 de abril pasado a “estar preparados para la peor variante de la economía”, que se vislumbra en la escasez cíclica de alimentos como leche, huevos, pollo y harina.

Cada vez que pensamos que se van a abrir los espacios, pues pasa algo, es como si fuera una maldición cíclica que nos persigue”, reconoció hace poco en una conferencia el escritor cubano Leonardo Padura, sintetizando el malestar general.