IRÁN, LA GUERRA (QUE CASI ESTALLA) Y ELECCIONES, LOS ACERTIJOS DE DONALD TRUMP

IRÁN, LA GUERRA (QUE CASI ESTALLA) Y ELECCIONES, LOS ACERTIJOS DE DONALD TRUMP

La tensión con Irán tomó de pronto una dimensión inesperada al borde de una guerra de consecuencias imprevisibles. Trump la detuvo en el límite. Pero la crisis no se ha apagado. La campaña electoral en EE.UU. mirará inevitable en ese conflicto. Y todo puede ocurrir.

En realidad, todos vivían en una especie de mundo de acertijos, donde lo verdadero nunca se decía ni se hacía ni se pensaba. (Edith Wharton, La edad de la inocencia, 1920).

Donald Trump lanzó el martes su campaña para intentar la reelección en 2020 y el mundo, de inmediato, le presentó una incógnita. ¿Qué dimensión ocupará en ese desafío local el externo que presenta la crisis que se incuba en el Golfo Pérsico? A solo 48 horas de su presentación grandilocuente en Florida, la Guardia Revolucionaria de la teocracia iraní derribó un dron norteamericano.

Fue un cassus belli, o casi, como se esperanzaron los enemigos del régimen. El presidente, impulsado por sus asesores ordenó el contraataque, hubo alerta militar y por un instante el mundo se encaminó a otra guerra de destino imprevisible por el tamaño de los jugadores involucrados. Un rato después Trump buscaba salir en puntas de pie de la escalada. “Es difícil creer que (el derribo del dron) haya sido intencional”, lanzó y detuvo la operación diez minutos antes del bombardeo.

En esas horas en Israel, donde las inminentes elecciones también dictan la agenda, se tomaban la cabeza por lo que el gobierno de Benjamín Netanyahu consideró “la débil reacción” del norteamericano. El mismo estupor cruzó el reino de Riad necesitado de un atajo urgente que aleje la atención mundial sobre los excesos barbáricos de la corona.

Una explicación para el movimiento de la Casa Blanca sería que efectivamente, como denuncia Teherán, el dron ingresó en el espacio aéreo iraní y Trump conoció ese dato. Pero verdadero o no, no sería un punto relevante para un presidente con un gigantesco récord de mentiras, unas diez mil hasta ahora según el conteo del equipo de fact-checking del Washington Post.

El presidente, más bien, estaría huyendo del riesgo de repetir el pantano de Afganistán, la guerra más extensa librada por EE.UU. en su historia y que había prometido apagar. Le habrán avisado que un litigio armado con Irán incendiaría todo Oriente Medio, y comprometería a aliados de Teherán del tamaño de China y Rusia. Una factura de ese infierno sería el precio de los combustibles, un daño colateral sobre su electorado, el principal sino el único interés de Trump hoy.

Pese a ese escenario, los principales asesores del mandatario, el canciller Mike Pompeo y el responsable de Seguridad Nacional John Bolton, dos irreductibles halcones, le han venido dando aire a la salida militar. En ese esfuerzo de construir la razón de la acción, surgen las dudas sobre lo que en realidad está ocurriendo. Los acertijos.

El episodio del dron remite a los incidentes que se han multiplicado últimamente en el Golfo con barcos mercantes supuestamente atacados por la potencia persa. En mayo involucró a buques sauditas y de los Emiratos, ambos enemigos de Irán, que aparecieron con daños en sus cascos. Luego, este mes, se repitió la escena con dos transportes, uno de Noruega y otro de Japón.

El trasfondo turbio de esos sucesos lo reflejó con mayor claridad el último de esos hechos. La tripulación del tanquero japonés Kokuka Courageous declaró que fueron atacados por un objeto volador, no una mina como insistió la versión norteamericana. Ese proyectil golpeó muy por encima de la línea de flotación, dijeron los marinos. Yutaka Katada, presidente de la compañía Kokuka Sangyo, dueña del navío, abundó que el impacto fue en la zona de babor (port side), la izquierda. El informe de EE.UU. insistió EN que fue en el otro lado, en estribor (starboard), es decir sorprendentemente no donde la tripulación dice que fue. ¿Cómo es posible esa doble disidencia?

El espectro de la guerra contra Irak, forzada con falsas evidencias por el republicano George Bush, sobrevuela este escenario. Hay otro dato clave. Cuando el buque japonés fue atacado se encontraba en Teherán el premier Shinzo Abe que llevaba un mensaje de Trump para la cúpula del régimen planteando un posible diálogo. ¿Los halcones iraníes que detestan a su presidente moderado Hassan Rohani hicieron el ataque para romper ese intento de puente? ¿O son los enemigos de la potencia persa los que forzaron la mano para que la guerra sea una salida inevitable?

 No existe una última palabra para estos acertijos y este escenario. Trump navega entre dos ríos, el de su prudencia calculadora para evitar que lo lleven donde no quiere ir y la presión de un examen electoral que no aparece tan holgado a su favor como se suponía. Michigan, Wisconsin y Pensilvania, entre otros, fueron parte de la solución en 2016 para alcanzar la Casa Blanca. Hoy pueden ser el problema.

El presidente ganó aquellos comicios por un puñado de votos en varios estados que le garantizaron los delegados para el Colegio electoral. Para seguir con el ejemplo, 10.700 sufragios en Michigan, 22.100 en Wisconsin y 46.700 en Pensilvania. Las encuestadores del Partido Republicano ven en esas regiones una reversión del ánimo de los votantes. Fiel a su estilo Trump buscó resolver el problema despidiendo a los responsables de esos sondeos. Pero el desafío sigue allí.

Resta bastante hasta noviembre del año próximo cuando se abran las urnas y Trump quizá haga bien en restarle valor a las encuestas que lo dejan por debajo de los demócratas, en particular si el postulante es el ex vice de Barack Obama, Joe Biden. Pero el dato más significativo que revelan esos muestreos es una fractura inesperada entre los buenos números de la economía sobre los que cabalga el optimismo del mandatario y la actitud vacua de los votantes. ¿Por qué sucede eso? La incógnita conecta con otra más inquietante: ¿hasta qué punto la preocupación puede intersectar con los beneficios de un comandante en guerra?

Trump experimenta cierto desánimo de sus simpatizantes del EE.UU. profundo que le dieron su apoyo original. El discurso nacionalista con el mantra de America First tuvo un impacto efectivo para generar una esperanza entre las víctimas de la crisis de fines de la década pasada. Pero ese amplio torrente formado por sectores blancos sin educación superior ha descubierto que su voto les devolvió mucho menos de lo esperado.

El nobel de Economía Paul Krugman expone con una originalidad esa novedad. Sostiene que el líder norteamericano no es populista como se le endilga. Los populistas al menos riegan de algún beneficio a sus electores y en este caso no ha existido, remarca. Un ejemplo que ofrece es la reducción de impuestos de 2017, su más importante logro legislativo, que, dice Krugman, favoreció a las corporaciones y a la gran superestructura de la economía, pero para las familias ordinarias significó “absolutamente nada”.

En ese plano, su decisión de erosionar el Obamacare, la estructura legada del anterior gobierno para el acceso a la salud, acabó por dañar a amplias comunidades que contaban con ese recurso en estados como Kentucky y West Virginia que en 2016 respaldaron con entusiasmo a Trump.

El economista agrega ahí otro dato poco conocido, el plan para restaurar la industria del carbón que escandalizó a los ecologístas pero formó parte de aquella ilusión, acabó en otra frustración. El año próximo la producción de este insumo caerá 17% respecto a 2017, según datos oficiales. Así, cadenas conservadores como Fox News alertan que solo 5% de aquellos ciudadanos blancos sin educación superior dicen que la economía trumpista los tuvo en cuenta. En cambio, 45% afirma que todo lo hecho fue en beneficio de los sectores más adinerados.

La resolución de esa ecuación es uno de los grandes desafíos para el mandatario cuyas políticas proteccionistas amenazan con agregarle otro disgusto. Según Moody’s Analytics, coincidente con una mirada previa del JPMorgan, EE.UU. puede perder 900 mil empleos debido a los aranceles y “flirteará con la recesión a fines de este año o principios del próximo”. Parece demasiado. Se verá si hay ahí otro acertijo.