ELECCIONES EN ESPAÑA: LA LEGITIMACIÓN DEL SOCIALISMO Y DE PEDRO SÁNCHEZ COMO SU LÍDER

ELECCIONES EN ESPAÑA: LA LEGITIMACIÓN DEL SOCIALISMO Y DE PEDRO SÁNCHEZ COMO SU LÍDER

Logró levantar al PSOE luego de la debacle de los comicios de 2016. Y podría formar un gobierno con cierta estabilidad.

Hay pocas dudas: Pedro Sánchez seguirá en La Moncloa. Luego de diez meses de un gobierno al que entró por la ventana -fruto de una moción de censura en contra del ex presidente Mariano Rajoy-, estas elecciones anticipadas que él mismo debió convocar cuando gobernar con sólo 84 diputados se le volvió un infierno lo han legitimado como el candidato más votado por los españoles.

Este gran mimo a su autoestima, sin embargo, no le garantiza gobernar solo y bajo el signo socialista. Sus principales socios, el Unidas Podemos de Pablo Iglesias, que no ha brillado en unas elecciones en las ha perdido escaños -de 71 bajó a 42- darán un volantazo: en mayo del año pasado apoyaron la moción de censura de Pedro Sánchez y aceptaron no formar parte del gobierno. Pero esta vez Iglesias no sumará sus votos morados a cambio de un “gracias”: sí pujará por darle su apoyo a Sánchez a cambio de entrar en un gobierno que sería de coalición y con ministerios a repartir.

La novedad es que, para redondear los 176 diputados que implica lograr la mayoría, el Partido Socialista podrá sumar otras fuerzas políticas como el Partido Nacionalista Vasco y otras minorías, pero podría prescindir de tener que negociar con los independentistas catalanes que tantos dolores de cabeza le han provocado en los diez meses de su primera gestión de gobierno.

El mayor impacto de estas elecciones, sin embargo, es la debacle de las fuerzas que integran el bloque de la derecha. Fragmentada y demacrada, la derecha española se ha hecho añicos. Ha implosionado por la irrupción tan perturbadora como desestabilizadora deVox, el partido del ultra derechista Santiago Abascal, un ex PP que este 28 de abril jugó por primera vez en las grandes ligas.

Pablo Casado, el líder del PP que debutó en estas elecciones como candidato a presidente, vio ante sus ojos el derrumbe del partido que históricamente lideró el espacio conservador. Su manotazo de ahogado del final de campaña, cuando ofreció a Vox entrar en el posible gobierno que él lideraría, fue su condena. “Absorber a Ciudadanos y a Vox”, había confesado Casado que era su intención final.

Ciudadanos, el partido neoliberal que Albert Rivera creó en 2006 para que liderara el centro de la política española, perdió lucidez cuando intentó disputarle a Casado el cetro de líder de la derecha. Esa movida de Rivera, corrido del centro, dejó terreno libre para que el socialismo sembrara y cosechara votos.

En tiempos en los que los nacionalismos ganan terreno en varios continentes, la derecha española deberá reinventarse. Los españoles no son, ideológicamente, una platea tan radical como creyó Casado para absorber sus diatribas encendidas. La sociedad española es más moderada y en la noche del domingo le permitió a Casado comprobar que su experimento fracasó. Que Vox movilizó el voto, pero en contra de la derecha. “Para esto ha servido Vox”, se lamentaban en voz baja en la sede del PP.

Vox, sin embargo, se presenta más sólido y entero emocionalmente que sus socios. Tendrá más de treinta escaños. Nada lamentable para un puntapié inicial en el Congreso de los Diputados.

En Cataluña, los triunfadores en estas elecciones han sido los de Esquerra Republicana de Cataluña, el partido del ex vicepresidente Oriol Junqueras, en prisión preventiva desde 2017 y actualmente enjuiciado por el Tribunal Supremo por haber participado en el proceso independentista. Su ex socio en la declaración de la independencia de Cataluña, el ex presidente Carles Puigdemont -huido de España y refugiado en Bélgica-, ha sido el gran perdedor del independentismo. Esquerra lidera desde la prisión.

Dentro del bloque no nacionalista, el Partido Socialista catalán obtuvo más votos que el PP, Ciudadanos y Vox juntos. No es un detalle: esto habla claramente de la moderación que la población no independentista busca, ante la amenaza de una intervención permanente que proponen Ciudadanos y el partido de Casado: la aplicación, sin fecha de vencimiento, del artículo 155 de la Constitución.

La gente quiso votar este domingo. La participación de más del 70 por ciento del padrón electoral en unas elecciones donde votar no es obligatorio fue también una térmica del deseo popular de participar en unos comicios incunables, únicos.

Si hicimos todo esto con 84 diputados, ¿te imaginas lo que podemos llegar a hacer si nos das tu confianza?”, decía el spot de campaña de Pedro Sánchez. En la medianoche de este domingo, todo indicaba que los españoles han confiado en él.