QUIÉN ES FERNANDO SORRENTINO

QUIÉN ES FERNANDO SORRENTINO

Admiro a aquellos que creen en la ventaja de ser imaginativos y de relatar sucesos ricos en peripecias y en pormenores significativos. ¿Ejemplos?: Lazarillo de Tormes, Cervantes, Calderón de la Barca, Larra… 

Faltan 15 días para que haga exactamente 2 años del día en que recibí el primer correo electrónico de un tal Fernando Sorrentino. El asunto decía: “Tal vez quieras leer...” y el cuerpo continuaba con la frase: “...estas dos breves y verdaderas historias:”. Luego de los dos puntos, decía: “Mera sugestión”, y debajo estaba el enlace a dicho cuento, y “Existe un hombre que tiene la costumbre de pegarme con un paraguas en la cabeza”, seguido también de su enlace. Más abajo decía “Saludos, FerS” y por último me dejaba un enlace a su biografía en Wikipedia. Cuando leí el título del segundo cuento, no pude resistirme a hacer clic en su enlace, porque evidentemente este buen hombre no podía hablar en serio respecto de que se trataba de una historia verdadera, debía de estar mezclando realidad con ficción. 

Leí ambos cuentos, pero al leer ése, el segundo, el de un hombre que le pega a otro con un paraguas, todo el día, todos los días, sin razón aparente, me sentí muy identificado con su estilo, porque era muy parecido al que yo había comenzado a usar en mis últimos cuentos, una suerte de realismo absurdo o improbable, con el cuál sentí que comenzaba a escribir cuentos más maduros, más sólidos, en fin, que comenzaba a ser un escritor decente. 

Después, motivado por un resto de curiosidad, hice clic en el tercer enlace, el de su biografía, y me sorprendí con la extensa obra de un escritor de prolífico pulso. Felizmente descubrí también, porque soy un aficionado de las coincidencias, que Fernando y yo nacimos el mismo día, un 8 de noviembre, eso significa que ambos nacimos bajo el signo de Escorpio, con todo lo que implica.  

Luego de su primer correo, llegaron otros, con más cuentos, entrevistas, notas, todas cosas suyas, que vengo leyendo, aunque no siempre le conteste sus correos. Nunca le pregunté por qué comenzó a escribirme: pienso que puede ser porque un día se topó con algún texto mío, le gustó, y decidió contactarme, o porque también es un aficionado a las coincidencias, o por ambas cosas, o por ninguna. Lo que sí sé, es que nos parecemos bastante, y que leerlo es, salvando las diferencias, como mirar un espejo.  

¿Cuándo comenzó a leer literatura como hábito?  

Supongo que desde que dejé de ser analfabeto, digamos, hacia 1949, cuando empecé a cursar el primer grado de la escuela elemental. Ya entonces me sentía atraído, como la mosca por la miel, por los textos llamados de “iniciación literaria” que solían intercalarse en los libros de lectura (por ejemplo, fábulas de Iriarte o Samaniego, fragmentos del Martín Fierro o del Fausto —de Estanislao, claro está—, u otros escritos de accesible y agradable lectura). 

¿Cuándo comenzó a escribir? ¿Recuerda la circunstancia que dio pie a comenzar? 

Tal vez a los trece o catorce años intentaba redactar historias, que, por supuesto, eran pésimas, ya que yo carecía de muchos instrumentos: cultura literaria, conocimiento de la lengua, sensatez narrativa… 

¿Cómo logró ser publicado por primera vez?  

En 1968, Nuestros Hijos, revista de Buenos Aires, organizó un concurso de “cuentos con chicos”. Yo obtuve un premio menor, no el primero, y la revista publicó mi cuento “Cosas de vieja”. Y ésa fue la primera vez que pude ver un texto mío en —como se decía entonces— “letras de molde”. Y ahora miro hacia atrás y veo que he publicado centenares de cuentos y más de ochenta libros, futuro que, en aquellos años, jamás habría imaginado. 

Dentro de la Narrativa ha cultivado muchos géneros. ¿A través de cuál de ellos sintió más alegría al transitarlo?  

Aunque publiqué una novela, Sanitarios centenarios, que fue bastante bien recibida por la crítica, lo cierto es que ese libro nunca me gustó demasiado. En resumen, lo que más me agrada es escribir cuentos, acaso porque tengo la idea —espero que no equivocada— de que, en su mayoría, son suficientemente eficaces y placenteros para el lector.

¿Nunca sintió interés por cultivar también la Poesía? 

He sido, y soy, un gran lector, y memorizador, de poesías. Pero no puedo soportar las que no tienen un mínimo de ritmo y de música: me resultan ingratas al oído, indigeribles y terriblemente torpes. Jamás voy a mostrarme embelesado ante esos textos tartamudos, con palabras diría sueltas, donde el autor se dedica a sufrir profesionalmente y a exhibir no sé qué angustias metafísicas. Me parece que tales desdichas se deben, sobre todo, a la imposibilidad de acercarse, siquiera a los talones, de, por ejemplo, un Garcilaso de la Vega. Y, sin la menor duda de mi parte, agregaré que cualquiera de los poemas “populares” de Héctor Gagliardi tiene más valor literario que aquellos atemorizadores conjuntos de vocablos en fila india. 

Por motivos similares, cuando, en mi primera juventud, intenté componer poesías, me parecieron tan, pero tan pésimas, que decidí no reincidir en el horripilante pecado, y me pareció meritorio no agregar más fealdades al mundo. De manera que no quiero hacer lo que no sé hacer. 

¿Cómo se le ocurren las historias? ¿Tiene algún método para escribirlas? ¿Por dónde empieza?: ¿el principio, el medio o el final? 

Sobre cómo se me ocurren, no podría decirlo: no tengo la menor idea. Cuando vislumbro una historia que podría convertirse en un cuento, la escribo a toda velocidad, pues necesito tener algo concreto bajo los ojos (la historia, si existe sólo dentro de mi cabeza, no me sirve; necesito verla en el papel o en la pantalla de la computadora). Una vez que llego al caótico final, compruebo que la historia está pletórica de defectos y de incoherencias; entonces la dejo “descansar”, digamos, una semana, y entonces, con la cabeza fresca y habiéndola “olvidado” un poco, vuelvo a ella, la corrijo y la escribo totalmente de principio a fin. Esto no significa que el cuento esté terminado: repito varias veces el procedimiento, hasta que quedo más o menos resignado al producto final. 

¿Corrige mucho? 

La parte más placentera de la redacción es, precisamente, la que corresponde a la corrección y a la reescritura, cuando uno ya tiene relativamente “cocinada” la narración. Entonces, claro que corrijo y reescribo muchísimo. 

¿Qué consejo les daría a los que hacen sus primeras armas en la literatura? 

Yo les diría que no le den bola a nadie ni pidan ni acepten consejos. Es preferible (tal es mi caso, no sé otros) ponerse un balde en la cabeza, no mirar a los costados ni a nadie, y dejarse guiar por el propio criterio, que puede ser equivocado pero que, al menos, es propio. Puedo afirmar que yo —salvo en épocas prehistóricas de mi vida— nunca les mostré mis originales a terceras personas, y opté más bien por confiar en mí mismo y en escribir lo que a mí me gustaría leer. 

¿Qué autores considera que lo han influenciado? 

Admiro a aquellos que creen en la ventaja de ser imaginativos y de relatar sucesos ricos en peripecias y en pormenores significativos. ¿Ejemplos?: Lazarillo de Tormes, Cervantes, Calderón de la Barca, Larra… (dentro de los españoles). Y tantos otros: Dickens, mi amor de adolescencia que me sedujo con su genial David Copperfield; el Dostoievski de Crimen y castigo, donde me interesaban el crimen y su investigación, pero me aburrían las charlas “filosóficas” sobre el bien y el mal… Y, en fin, muchos escritores de habla inglesa que cultivaron modalidades —tal vez “menores”— relacionadas con las aventuras o con lo policial: Mark Twain, Rider Haggard, Conan Doyle, Chesterton… Claro, no voy a hacer un catálogo, ya que algunos vienen a mi memoria y otros no… Dicho sea de paso: creo que el cuento “Enoch Soames”, del casi desconocido autor inglés Max Beerbohm, se acerca muchísimo a lo que podríamos denominar perfección narrativa. 

Entre los argentinos, y por las mismas razones de elogiable imaginación, mis héroes principales son Borges, Denevi y Cortázar; también me gustan muchísimo los cuentos de Mujica Láinez y algunos (más bien pocos) de Bioy Casares. Y, desde luego, esa inagotable, sutil y polifacética novela en verso que es el Martín Fierro, obra de mi escorpiano colega José Hernández. 

¿A quiénes lee actualmente? 

No tengo ganas de leer autores que desconozco. Como tengo setenta y siete años, prefiero no lidiar con textos mediocres o torpes, y opto por releer aquellos autores que yo sé que jamás me han defraudado. Por ejemplo, ahora estoy releyendo, quizá por séptima vez, la que considero la mejor novela que ha construido el ingenio humano: El proceso. Mi idolatrado Franz Kafka es, para mí, el narrador más excelso de cuantos he conocido durante una vida en que he leído bastante. 

¿Cuáles recomienda? 

En las respuestas anteriores están explícitas algunas de mis preferencias. Pero nadie debe hacerme caso: cada lector tiene su propio mundo y a él debe remitirse, obedeciendo a sus gustos personales, sin prestar la menor atención a lo que digan otras personas.  

 Muchas gracias, 

Fernando Sorrentino 

Martínez (Bs. As.), 20 de enero de 2020 

 

DATOS BIOGRÁFICOS 

Fernando Sorrentino nació en Buenos Aires el 8 de noviembre de 1942. Es profesor de Lengua y Literatura. 

DATOS BIBLIOGRÁFICOS 

Su bibliografía detallada (excluidas las ediciones anotadas de clásicos, las inclusiones en antologías —tanto en español como en otras lenguas— y las colaboraciones en diarios y/o revistas) es la siguiente: 

OBRA NARRATIVA 

 LIBROS DE CUENTOS 

La regresión zoológica (1969), Imperios y servidumbres (1972), El mejor de los mundos posibles (1976), En defensa propia (1982), El rigor de las desdichas (1994), La Corrección de los Corderos, y otros cuentos improbables (2002), Existe un hombre que tiene la costumbre de pegarme con un paraguas en la cabeza (2005), El regreso. Y otros cuentos inquietantes (2005), En defensa propia / El rigor de las desdichas (2005), Biblioteca Mínima de Opinión (2007), Costumbres del alcaucil (2008), El crimen de san Alberto (2008), El centro de la telaraña, y otros cuentos de crimen y misterio (2008), Paraguas, supersticiones y cocodrilos (Verídicas historias improbables) (2013), Problema resuelto / Problem gelöst, edición bilingüe español/alemán (2014), Los reyes de la fiesta, y otros cuentos con cierto humor (2015), Para defenderse de los escorpiones, y otros cuentos insólitos (2018). 

NOVELA 

Sanitarios centenarios (1979). 

 NOUVELLE 

Crónica costumbrista (1992). 

 LITERATURA PARA NIÑOS Y/O ADOLESCENTES 

Cuentos del Mentiroso (1978) (Faja de Honor de la S.A.D.E. [Sociedad Argentina de Escritores]), El remedio para el rey ciego (1984), El Mentiroso entre guapos y compadritos (1994), La recompensa del príncipe (1995), Historias de María Sapa y Fortunato (1995) (Premio Fantasía Infantil 1996), El Mentiroso contra las Avispas Imperiales (1997), La venganza del muerto (1997), El que se enoja, pierde (1999), Aventuras del capitán Bancalari (1999), Cuentos de don Jorge Sahlame (2001), El Viejo que Todo lo Sabe (2001), Burladores burlados (2006), La venganza del muerto [edición ampliada, contiene cinco cuentos: Historia de María Sapa; Relato de mis travesuras; La fortuna de Fortunato; Hombre de recursos; La venganza del muerto,] (2011). 

ENSAYOS 

El forajido sentimental. Incursiones por los escritos de Jorge Luis Borges (2011). 

ENTREVISTAS 

Siete conversaciones con Jorge Luis Borges (1974), Siete conversaciones con Adolfo Bioy Casares (1992), Conversaciones con Jorge Luis Borges (2017) [Selección de las opiniones de Borges organizadas en nueve temas: “Geografías”, “Astucias literarias”, “Tango”, “Política”, “Colegas argentinos”, “Deportes”, “Escritores españoles”, “Dante Alighieri” y “Trabajos y bibliotecas”. Volumen de tapa dura, profusamente ilustrado por HUADI [Hugo Alberto DÍAZ] con caricaturas a todo color.]. 

ANTOLOGÍAS (compilador) 

Treinta y cinco cuentos breves argentinos (1973), Treinta cuentos hispanoamericanos (1875-1975) (1976), Cuentos argentinos de imaginación (1974), Treinta y seis cuentos argentinos con humor (1976), Diecisiete cuentos fantásticos argentinos (1978), Nosotros contamos cuentos (1987), Historias improbables. Antología del cuento insólito argentino (2007), Ficcionario argentino (1840-1940). Cien años de narrativa: de Esteban Echeverría a Roberto Arlt (2012), Cincuenta cuentos clásicos argentinos. De Juan María Gutiérrez a Enrique González Tuñón (2016).