LA DIETA MEDITERRÁNEA

LA DIETA MEDITERRÁNEA

Las enfermedades cardiovasculares como el ACV (accidente cerebrovascular) son las principales causas de muerte e incapacidad, y son aquellas que afectan tanto al sistema circulatorio, como al corazón. El problema es inmenso, pero también, la oportunidad para la prevención es muy grande. Existen diversos factores de riesgo que pueden ocasionarlas, entre ellos algunos no modificables como la genética, edad y sexo, y otros que se pueden modificar como el sedentarismo, obesidad, colesterol alto, hipertensión arterial y por sobre todo la mala alimentación; y cuando hablamos de mala alimentación hacemos referencia a los hábitos del día a día, que conllevan a lo largo del tiempo un daño severo a nuestra salud. Desde la Fundación Española del Corazón destacan que tres de los factores de riesgo cardiovascular más importantes (obesidad, hipertensión y colesterol) pueden evitarse adoptando una dieta cardiosaludable, como la Dieta mediterránea.

“AL ALCANCE DE LA MANO”

La dieta Mediterránea no es una dieta mágica de esas que salen en revistas, ni aquellas que se divulgan entre conocidos o amigos, tampoco se trata de dietas restrictivas en alimentos y que hacen a las personas “morirse de hambre”, sino que se trata más bien de cambios en el estilo de vida que se transmiten de generación en generación en los países del Mediterráneo (especialmente en Italia, Grecia, Croacia, Portugal, España, Marruecos y Chipre).Si bien nuestro país se encuentra lejos del Mediterráneo, es importante que se adopten ciertas características de este tipo de dieta que tiene como principal objetivo prevenir enfermedades cardiovasculares. La dieta Mediterránea se enfoca principalmente en ciertos aspectos, que como bien dice el título, se encuentran al alcance de la mano de todos, y cuya clave principal es la voluntad de incorporarlos en nuestra vida diaria.

  • Aumente el consumo de granos enteros y cereales integrales: A esto hace referencia al consumo de arroz, quinoa, porotos, garbanzos, lentejas, arvejas; en preferencia que sean integrales, incluyendo el pan o galletas.
  • Aumente el consumo de frutas y verduras frescas: Existe gran variedad de las mismas, pero siempre trate de elegir las que se encuentren de estación y teniendo en cuenta sus gustos.
  • Disminuir el consumo de carnes rojas: Este es uno de los aspectos claves en este tipo de alimentación, ya que resulta muy difícil aminorar su consumo, pero lo ideal es disminuir la frecuencia, y evitar que se repita en varias comidas dentro de un mismo día.
  • Aumente el consumo de pescado: Al disminuir el consumo de carnes rojas es importante que aumente o incorpore en su alimentación a los pescados, ya que son una importante fuente de ácidos grasos omega 3, que es un tipo de grasas beneficiosas para nuestra salud cardiovascular.
  • Utilice grasas saludables: Hay que tener en cuenta que no todas las grasas son perjudiciales, incluso nuestro organismo las requiere en cierta cantidad para diversa funciones. Cuando hablamos de grasas saludables nos referimos a por ejemplo el uso de aceite de oliva o girasol (siempre que sea de una sola semilla, nunca aceite mezcla) y que se utilice en crudo, evitando las frituras.

SUS EFECTOS POSITIVOS PARA LA SALUD:

  • Disminución del colesterol total y el colesterol LDL (“COLESTEROL MALO”).
  • Incremento del colesterol HDL (beneficioso para la salud, conocido como “COLESTEROL BUENO”).
  • Aumento de la capacidad antioxidante del organismo.
  • Eleva los niveles de vitamina A, C, E en la sangre.
  • Disminuye los niveles de presión arterial, porque tiene poco sodio y es abundante en potasio y fibra.
  • Ayuda a la desintoxicación de sustancias en el hígado.
  • Disminuye el riesgo de trombosis (formación de un coágulo de sangre en el interior de un vaso sanguíneo o en el corazón).
  • Protege a las arterias.
  • Disminuye las reacciones inflamatorias.
    La dieta mediterránea representa una tradición de siglos que contribuye a lograr un estado excelente de salud, un sentido del placer y de bienestar y además representa una parte esencial de la herencia cultural colectiva.